El síndrome del impostor o impostora es una percepción subjetiva en la que una persona cree que no está suficientemente preparada para su trabajo, a pesar de tener evidencias que lo refutan. Este fenómeno es común incluso entre aquellas personas con trayectorias laborales sólidas y tiende a aparecer con mayor frecuencia en profesionales de alto rendimiento.
Los psicólogos señalan que tendemos a centrarnos en nuestras carencias mientras ignoramos las de los demás, lo que nos lleva a pensar que otros profesionales de nuestro entorno están mejor preparados. Esta autoinfravaloración puede provocar reacciones exageradas, como invertir horas excesivas en trabajar o dar respuestas evasivas durante las entrevistas de trabajo.
Según el estudio realizado por la consultora digital Blind, más de la mitad de los trabajadores y trabajadoras del sector tecnológico experimentaron el síndrome del impostor. El sentimiento de ser un fraude puede llegar a bloquearnos y convertirse en una barrera para el crecimiento profesional.
¿Cómo afecta el síndrome del impostor a hombres y mujeres?
Un informe de Access Commercial Finance reveló que los hombres tienen un 18% menos de probabilidades de sufrir el síndrome del impostor, mientras que dos tercios de las mujeres afirman haberlo experimentado alguna vez durante su carrera. Una de cada cuatro personas admite que los juicios y comentarios de otros disminuyen su confianza y aumentan la necesidad de pedir ayuda.
Un reciente informe titulado “Fenómeno impostor y motivación: las mujeres en la educación superior”, publicado por la Universidad de Cincinnati, revela que en los entornos académicos las mujeres sufren niveles de este síndrome mucho mayores que la media.
Los jóvenes también se ven afectados por el síndrome del impostor. Según Access Commercial Finance, el 86% de los trabajadores entre 18 y 34 años admitieron haber sentido en el último año que no merecían su puesto de trabajo.
Aquellos que sufren esta dolencia comparten rasgos comunes: autoexigencia, sentido de responsabilidad y perfeccionismo. Cuanta más responsabilidad tengan, mayores son las posibilidades de sufrir el síndrome del impostor.
Este síndrome se da especialmente en personas autocríticas, con miedo al fracaso y que se auto presionan mucho para alcanzar sus logros.
El síndrome del impostor en la era del éxito
Hoy en día, existe una presión desmedida por triunfar. Las redes sociales y los casos de éxito nos muestran constantemente la felicidad de alcanzar nuestros objetivos, pero rara vez se habla del fracaso y de la necesidad de errar antes de encontrar la solución.
Un ejemplo notable es Leonardo Da Vinci. Aunque lo conocemos como un genio, tuvo muchos fracasos a lo largo de su carrera, incluyendo errores que lo llevaron a cambiar de ciudad en busca de nuevas oportunidades de trabajo. Hoy solo recordamos sus grandes obras y sus éxitos, pero sus fracasos fueron notables, y solo llego a triunfar al final de su carrera.
La curiosidad, junto con la educación, es el motor que impulsa el conocimiento, el aprendizaje y los descubrimientos. Sin embargo, para aprender, es necesario cometer errores. La ciencia demostró que se aprende mucho más de un fracaso que de un logro.
¿Qué sucede si la sociedad se aleja cada vez más de la capacidad de fracasar y aprender de ello? Los niveles de estrés aumentan, y la presión que ejercemos sobre nosotros mismos se intensifica. Esto puede llevarnos a ver el trabajo con miedo, en lugar de ilusión, como si fuera una prueba constante de nuestra valía.
Dar y recibir críticas
Otro de los problemas actuales en el entorno laboral es la falta de feedback. En muchas empresas, existe un déficit de retroalimentación, lo que puede generar confusión entre los empleados y dificultar la interpretación de las críticas.
No estar acostumbrados al feedback puede hacer que las críticas se malinterpreten y parezcan injustificadas, aunque en realidad su objetivo sea constructivo.
Es esencial trabajar tanto en dar como en recibir críticas. Utilizar un lenguaje constructivo y centrar el mensaje en lo que se puede mejorar sin ignorar lo que se hizo bien, es clave para dar un feedback efectivo.
Las empresas deben fomentar un ambiente propicio para la retroalimentación, donde todos los miembros puedan dar y recibir críticas de manera abierta, sin causar miedo o malestar.
Consejos para superar el síndrome del impostor
La Universidad de Salzburgo realizó un estudio donde afirmaba que las personas que sufren el síndrome del impostor ven limitada su carrera profesional, tienen sueldos más bajos, menos promociones que sus compañeros y compañeras con capacidad y experiencias parecidas, y sufren de una mayor incapacidad para buscar nuevos empleos.
Por ello es importante tener en cuenta algunas prácticas para aprender a combatirlo:
- Escribir una lista con todos los logros, habilidades y éxitos. Además, este examen te puede ayudar a tener mayor autoestima y presentarte a la entrevista de trabajo con más confianza. Si te preguntan sobre tus logros ya tienes la respuesta preparada.
- Recibir elogios. Siempre pensamos que los demás saben más que nosotros, por eso es importante pedir que nos valoren personas que nos conocen y recibir los elogios. Escucharlo en los demás te puede ayudar a interiorizarlo y aceptarlo.
- Detectar los falsos errores y someterlos a una evaluación realista. No vale atribuirse todos los errores, a veces hay cosas que no dependen de ti y no están en tus manos. Está bien responsabilizarse de los errores, pero no de todos.
- Compartir experiencias y dar clase. Hablar con colegas sobre lo que se hizo, discutir el porqué, todo esto puede ayudarte a ver que conoces la materia y la dominas. Dar clase a gente sin experiencia o ser tutor de un nuevo empleado o empleada puede ayudarte a afianzar esos conocimientos.
- Aprender del fracaso. De los errores se aprende y mucho. En lugar de dar más importancia de la que un error tiene, analízalo y descubre que aprendiste y cómo te ayudará en el futuro. Nadie es perfecto, así que no pasa nada por fracasar.
El síndrome del impostor o impostora es un fenómeno común que afecta a muchos profesionales, llevándolos a subestimar sus habilidades y logros. Reconocer este problema y trabajar para superarlo es indispensable para el crecimiento personal y profesional.
Al enfocarnos en nuestras fortalezas, buscar apoyo y aceptar que el aprendizaje incluye fracasos, podemos combatir estos sentimientos de inseguridad y avanzar con mayor confianza en nuestra carrera profesional.